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miércoles, 29 de mayo de 2013

Octavio Paz


  • Vida
    Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914 en tiempo de la Revolución Mexicana. Fue criado en Mixcoac, una población cercana que ahora forma parte de la ciudad de México. Lo cuidaron su madre, Josefina Lozano, su tía Amalia Paz Solórzano y su abuelo paterno, Ireneo Paz (1836-1924); este un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, intelectual liberal y novelista. Su padre, Octavio Paz Solórzano (1883-1936), el menor de siete hermanos, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata; estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la Revolución, fue diputado y colaboró activamente en el movimiento vasconcelista.2 3 4Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos.
    Su educación se inició en los Estados Unidos, en donde Paz Solórzano llegó en octubre de 1916 como representante de Zapata.5 Regresaron a México casi cuatro años más tarde, en 1920, con su padre, que se retiró de la política en 1928 y, en 1936, murió en la colonia Santa Marta Acatitla como consecuencia de un accidente ocasionado por su embriaguez.[cita requerida] Después de la muerte de su padre, se trasladó a España para combatir en el bando republicano en la guerra civil, y participó en la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al regresar a México fue uno de los fundadores de Taller (1938) y El Hijo Prodigo.
    Estudió en el Colegio Williams, ubicado en Benito Juárez, la preparatoria en el Colegio Francés Morelos (hoy Centro Universitario México) en la ciudad de México, y la licenciatura en las facultades de DerechoFilosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
    Finalizados sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1937, viaja a Yucatán como miembro de las misiones educativas del Gral. Lázaro Cárdenas en una escuela para hijos de obreros y campesinos de Mérida. Ahí comenzó a escribir Entre la piedra y la flor(1941, revisado en 1976), poema sobre la dramática explotación del campo y el campesino yucateco. Estuvo casado con Elena Garro (1938 - 1959), con quien tuvo una hija, Laura Helena. En 1959 se unió a Bona Tibertelli de Pisis, con quien convivió hasta 1965, mientras era embajador de México en la India. Al año siguiente contrajo matrimonio con Marie José Tramini, su compañera hasta el final.

    Premios
    • Premio Xavier Villaurrutia 1957 por El arco y la lira.
    • Miembro de El Colegio Nacional a partir del 1 de agosto de 1967.
    • Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura 1977.
    • Premio Jerusalem 1977
    • Premio Ollin Yoliztli 1980
    • Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Harvard 1980
    • Premio Cervantes 1981
    • Premio Internacional Neustadt de Literatura 1982
    • Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán 1984
    • Premio Internacional Alfonso Reyes 1985
    • Premio Mazatlán de Literatura 1985 por Hombres en su siglo
    • Premio Internacional Menéndez Pelayo 1987
    • Premio Nobel de Literatura 1990
    • Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1993 a su revista Vuelta
    • Miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua a partir del 26 de agosto de 1997
    • Premio Nacional de Periodismo de México 1998 en reconocimiento a su trayectoria.


    Paz y su siglo
El historiador y ensayista Enrique Krauze, uno de los más avanzados discípulos de Octavio Paz, lo ha definido como hombre de su siglo. Esta definición, aplicable a más de uno de los intelectuales del siglo XX, puede entenderse en varias formas; como hombre cuya vida inicia y termina en este período o bien, como un intelectual que dedicó su esfuerzo reflexivo y creador a escribir sobre el siglo XX y los hombres y mujeres que lo habitaron; o, también, como un crítico que analiza con elementos perspectivos de este siglo las creaciones de siglos anteriores. Para el caso de Octavio Paz caben estas tres posibilidades interpretativas de la definición de Krauze, puesto que vivió y nació en este siglo, también dedicó la mayor parte de su obra reflexiva crítica (con excepciones como el libro “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”, y sus ensayos sobre algunos clásicos como “Quevedo”), a ensayar sobre temas y personajes de este siglo; y, asimismo, a reflexionar, con la mirada del Siglo XX, sobre acontecimientos y autores del pasado.
La posición crítica de Octavio Paz, equilibrada entre la tradición y la ruptura, se presenta para algunos autores como el arquetipo intelectual de este período. Como ejemplo de esta visión está la española Fanny Rubio, para quien Octavio Paz es el gran intelectual, sin par en su momento, en lengua española; en contrapunto, para otros autores como el mexicano Antonio Alatorre, Paz representa el prototipo del antiintelectual, más preocupado por su persona que por su pensamiento.
A partir de su ensayo “El laberinto de la soledad”, publicado al mediar el siglo, Octavio Paz se convierte en una voz buscada y escuchada en México. Pero su obra no se inicia en los años cincuenta del siglo XX, sino antes.
Si hemos de atender a sus palabras, Octavio Paz escribe poesía desde niño y reflexiones de tipo ensayístico desde la adolescencia. Un recorrido a través de su obra necesariamente habría que dividirlo en varias etapas y géneros. En cuanto a las primeras, deben considerarse las etapas juveniles en las que gravita alrededor de revistas literarias como “Barandal” y “Taller”, y, en su madurez, en publicaciones como el suplemento cultural “Plural” (del periódico “Excélsior”) y la revista “Vuelta”, de la que fue su fundador y director hasta el final.
En cuanto a los géneros literarios, su obra se desarrolla en la poesía y el ensayo. Escribió una pieza teatral, “La hija de Rappacinni”, que el propio Paz denomina como "poema dramático".

Ideas de Paz sobre la poesía

El poema, dice Paz, es un objeto de lenguaje, una constelación de signos, capaz de proyectar al lector a la experiencia de la poesía, que es un reencuentro con la unidad original de la que ha sido expulsado el hombre. El tiempo primordial encarna en un instante y entonces la sucesión en la que el hombre está atrapado se convierte en un presente puro que lo alimenta y transmuta. De esta manera se entiende que Paz haga una diferencia entre poesía y poema: hay paisajes, personas y hechos en los que puede haber poesía sin que por ello haya poema. Por otra parte, si la experiencia poética es eminentemente individual, simultáneamente es colectiva, pues Paz la conecta con sus orígenes: la fiesta y sus relaciones con lo sagrado. La experiencia poética sucede dentro de la comunidad que, en sus ritos, repite los mitos fundadores (regreso al origen inocente), pero sucede también de una manera personal, como un encuentro con la otredad, como una revelación, es decir, como una experiencia religiosa. Lo sobrenatural, la religión, el amor y la poesía permiten al hombre salir de sí mismo y ser otro.
Paz complementa su visión de la poesía con un rasgo existencialista en el que nos indica que la poesía, como la religión, parte de la situación humana original: el saberse arrojado en el mundo hostil e indiferente y atrapado en la temporalidad y en la finitud. En este panorama, no extraña que Paz sitúe al poeta entre el mago y el místico. Del primero toma su conocimiento del principio de la analogía --que lo pone en contacto con el cosmos estableciendo relaciones entre todos los seres-- y rechaza su afán de dominio; del segundo recoge su espíritu de comunión, desechando su búsqueda de la soledad. La poética de Paz tiene un punto de inflexión que coincide en fechas con su propuesta de una “vanguardia silenciosa”. Deja de centrarse en la visión antropológica de la creación artística, enfatizando ahora el aspecto material del lenguaje. De ahí su mayor acercamiento a Mallarmé y a Duchamp y su propuesta de que "el poeta no se sirve de las palabras. Es su servidor". A partir de entonces, la poesía de Paz oscila armoniosamente entre su vena mágica y su vena formal, entre el poema como puente hacia el instante de comunión y como máquina de signos conciente de su funcionamiento.
El interés de la poesía de Paz radica principalmente en su carácter de vanguardia renovadora, en la fusión de tradiciones occidentales y orientales, en su manejo del erotismo como fenómeno que se da no sólo en el cuerpo sino en el mundo y en el texto, en su vinculación y proyección internacional y en el especial momento en que surgió en la cultura mexicana resolviendo, a su manera, el impasse entre la poesía pura, identificada con el grupo de Contemporáneos, y la poesía comprometida con dar una respuesta a la historia y a la sociedad.
Paz es un poeta exigente que se obliga a ir mucho más allá del instante de inspiración, (instante poético, ideal de Breton). Aunque su poesía coincida en muchos puntos con el surrealismo Paz pretende vivir con intensidad la experiencia poética para recuperar la totalidad de ella. El hombre busca la reconciliación de su cuerpo con su alma y de ésta con Dios a través de la poesía; y como el vehículo de la poesía es la palabra, en ella cifra Paz la magia y el encanto de lo poético. Ante la angustia de existir, Paz encuentra en la poesía una manera de trascender, de perdurar más allá de las limitantes estrechas de nuestra vida: "el poema es el signo más puro de ese continuo trascenderse, de ese permanente imaginarse. El hombre es imagen porque se trasciende."
Su poesía asimila características distintivas de la tradición, en particular el fragmentarismo, la simultaneidad, la supresión de nexos sintácticos, el lenguaje conversacional, el poema extenso, el resquebrajamiento de la imagen del mundo y la incorporación de la historia en el poema.

Laberinto de la Soledad

El laberinto de la soledad es un libro publicado en 1950 por el escritor mexicano Octavio Paz (ganador del Premio Nobel de Literatura).
El laberinto de la soledad es el reflejo de la preocupación de Octavio Paz en torno al mexicano y su psicología, al mexicano y su moralidad. Paz, en esta obra, busca cuáles son los orígenes y las causas del comportamiento del mexicano tanto individualmente como colectivamente, así como su forma de afrontar y desafiar al mundo; búsqueda que desemboca en el inconsciente, como origen y causa de su conducta. El propósito de esta obra es encontrar una identidad para los mexicanos, el argumento central del autor es que los eventos históricos de México tienen una influencia significativa en los sentimientos de soledad e inferioridad que han caracterizado a dicha sociedad.

Consta de nueve ensayos:

  • "El pachuco y otros extremos"
  • "Máscaras mexicanas"
  • "Todos santos, día de muertos"
  • "Los hijos de la Malinche", donde expone su disertación sobre La Chingada
  • "Conquista y Colonia"
  • "De la Independencia a la Revolución"
  • "La inteligencia mexicana"
  • "Nuestros días" y
  • "Apéndice. La dialéctica de la soledad"
En ediciones posteriores del libro el propio autor añadió su "Postdata", basado en la conferencia que sobre el mismo tema presentó el 30 de octubre de 1969 en la Universidad de Texas. Dicha postdata incluye los siguientes apartados:
  • "Olimpiada y Tlatelolco"
  • "El desarrollo y otros espejismos"
  • "Crítica de la pirámide"
La "Vuelta a El laberinto de la soledad" presenta la entrevista que el autor concedió a Claude Fell, publicada en el número 50 de la revista Plural (noviembre de 1975).
"El desconocimiento de la Historia de México, el negarla, el asociarla con una historia de fracasos, de violaciones, de derrotas y de proyectos fallidos hace que el mexicano se pierda en un laberinto de soledad. Para superar este trauma y esta crisis de identidad no se debe copiar otras culturas, pues el sentimiento de inferioridad será evidente para el resto del mundo y también arrancará las raíces y matará a la herencia mexicana. Los mexicanos deben conocer y comprender su historia para entender su presente, deben escapar de su soledad y definir su identidad. Para que el mexicano salga de su laberinto de soledad tiene que arrojar las máscaras que cubren su rostro y convertirse en dueño de sí mismo. Evidentemente la autenticidad convergerá en emancipación y legitimidad" José Arturo Salcedo Mena.
El laberinto de la soledad parte de una opinión trágica e irrevocable: en el ser mexicano está presente, aun después de muchas generaciones, el hecho de que se trata de un pueblo surgido de una violación. Dice Octavio Paz: "En todas sus dimensiones, de frente y de perfil, en su pasado y en su presente, el mexicano resulta un ser cargado de tradición que, acaso sin darse cuenta, actúa obedeciendo a la voz de la raza..."
En esta obra, Octavio Paz realiza un análisis de la psicología y actuar del mexicano a través de las etapas históricas más sobresalientes; la conquista y la colonia, la reforma, la revolución y la época contemporánea, señala que el mexicano, una vez consumada la conquista, se encuentra huérfano, teniendo que volver a la naturaleza para llenar ese vacío generado por la destrucción de sus dioses, sus templos, su creencia; su ser. El mexicano no adopta al Dios traído por los españoles, se deja adoptar por él.
Según el narrador y ensayista mexicano Enrique Serna (1959-), el diagnóstico que hace en este libro Paz del mexicano "es duro y a veces cruel, pero no pesimista, pues viene acompañado de un llamado a la acción: 'La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla. O dicho de otro modo: transfigurar la pesadilla en visión, liberarnos, así sea por un instante, de la realidad disforme por medio de la creación.' En momentos de baja autoestima, un lectura ontológica del Laberinto podría contribuir a fomentar la apatía ciudadana, pues las dos actitudes que Paz sometió a crítica, la del chingón y la del agachado, mantienen una desoladora vigencia... El imperio de los chingones terminará cuando los agachados dejen de admirarlos, pero mientras tanto ambos bandos colaboran en la destrucción del país.



Video de su vida y obra...


lunes, 27 de mayo de 2013

Francisco Rojas González

FRANCISCO ROJAS GONZÁLEZ  




                    
"Con que ¿Damián Bicicleta? es un bonito nombre, Compadre..."

Biografía



Nace en Guadalajara el 11 de agosto de 1904. Su infancia transcurre en La Barca, Jalisco. Realizó estudios de Comercio y Administración en la Ciudad de México y Etnografía en el Museo Nacional. Como diplomático, fue canciller en Guatemala y cónsul en Salt Lake City, Denver y San Francisco. En 1935 se retiró del Servicio Exterior e ingresó al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue escritor y etnólogo. Muere el 22 de octubre de 1951.

Obra general 


Clasificado como parte de la literatura indigenista, Francisco Rojas González apuesta más por una estilística más científica y alejada, contrastando de esta manera con la escritora Rosario Castellanos. Su obra:  Sobre la literatura de la Literatura de la Revolución(ensayo aparecido en la revista Crisol en 1934), El cuento mexicano su evolución y sus valores (ensayo aparecido en la revista Tiras de Colores en 1944), La negra Angustias (1944), Cuentos de ayer y de hoy (1946), Lola Casanova (1947), El diosero (1952), Cuentos completos (Fondo de Cultura Económica, 1971).



Características de su obra


Cuentos, novelas y ensayos son el resultado del bagaje literario que describe a Francisco Rojas, pero es su narrativa la que captura la atención de los lectores, transportándolos a un sitio poco conocido pero muy estudiado, el sitio en donde los indígenas son los personajes principales de sus historias.

                A veces como narrador y otras como partícipe, logró por medio de una descripción detallista tanto topográfica como de los elementos humanos, plasmar la cosmovisión indígena de diversos pueblos.
               El indigenismo es un tema recurrente en su obra. Lola Casanova relata la historia de una “yori” (mujer blanca) que desde su infancia atestigua la explotación, los abusos y las humillaciones que sufren los seris en manos de los de su raza. Indignada por lo que considera un trato que ni siquiera los animales deben sufrir, se unirá a los indios y formará parte de la rebelión en que buscarán recuperar la dignidad perdida en tantos años de sometimiento.
             Pero es El diosero, sin duda, su libro más significativo. En esta serie de relatos, Rojas González nos conduce a todos los rincones de México, para exponernos las creencias, las supersticiones, la forma de subsistencia de los diversos grupos indígenas diseminados a lo largo de toda la geografía nacional.
          Son éstas historias muy actuales, ante la terquedad de nuestra sociedad de mantener todavía a los indígenas en condiciones de marginación, miseria y discriminación que han padecido durante siglos. Y pese al estilo realista, sus relatos son profundos, van más allá de la mera descripción anecdótica, revelándonos a un conocedor atento y sensible de la cultura que define a estos grupos. 
          Por otro lado, debemos mencionar que Rojas González sigue "tratando" de reinvindicar el pensamiento sobre el indigenismo en México del siglo XX. Él, como sujeto externo a toda esa cultura, sigue manteniéndose fuera de su sistema, y por lo tanto, dejando su idiosincrasia de extranjerismo en su obra. Llama textualmente "animales" a algunos personajes de su obra, y por lo general, crea historias donde la tecnología y la ciencia se montan sobre la veracidad del pensamiento indígena mexicano. En estas cuestiones debemos analizar cuidadosamente la obra de Rojas González para detectar este tipo de ideología que no nos deja realmente una mirada crítica sobre estas culturas. 
Cuentos 

En la lectura de varios cuentos, como “Las vacas de Quiviquinta”,  “Nuestra señora de Nequetejé”, “La parábola del joven tuerto”, “La cabra en dos patas” y “La “tona””, Francisco Rojas González hace una representación vista con una perspectiva ajena del mundo indígena del siglo XX. A diferencia de otros textos indigenistas, podemos ver en este cuento un acercamiento primario, como cuando se le explica un extraño fenómeno de física a un niño. Veremos, en síntesis, la siguiente recurrencia temática:

-Religión vs. pensar científico.
-Costumbres vs. pensar científico.
-Pobreza.
-Vida del campesino: resignación, felicidad en la desgracia.
-Visión más allá del conformismo: sencillez de vida.
-Animalización de los indígenas.



Gracias al legado cultural que presenta El Diosero, se hicieron algunos cortometrajes basados en una selección de los cuentos. El título compilatorio de ellos es Raíces, y apareció en 1953 en el Festival de Cannes.



domingo, 26 de mayo de 2013

Mariano Azuela

    MARIANO AZUELA
"La revolución beneficia al pobre, al ignorante, al que toda su vida ha sido esclavo, a los infelices que ni siquiera saben que si lo son es porque el rico convierte en oro las lágrimas, el sudor y la sangre de los pobres."

Biografía

Nace en Lagos de Moreno, Jalisco el 1º de enero de 1873. Realizó estudios de Médico Cirujano en la Universidad de Guadalajara. Durante la dictadura de Porfirio Díaz, comienza a interesarse en la expresión escrita, incursionando en el teatro, el cuento y el ensayo crítico.  Se desempeñó como médico en el movimiento armado, en las filas de Pancho Villa y, una vez que éste hubo caído ante las fuerzas carrancistas, se exilió a El Paso, Texas donde habría de desarrollar su obra póstuma: Los de abajo. 
Muere en la Ciudad de México, el 1º de enero de 1952.

Obra general 



A lo largo de su carrera literaria incursionó en el teatro, el cuento y el ensayo crítico además de la novela, género donde obtuvo mayor reconocimiento.


Su primera novela fue María Luisa (1907). Después publicaría Andrés Pérez, maderista (1911). Fue designado jefe político de Lagos y posteriormente director de Educación en Jalisco. Tras la caída de Madero, Azuela se incorporó a las fuerzas revolucionarias de Julián Medina como médico militar. Fue entonces cuando escribió Los de abajo (1915), la novela que le dio popularidad.

En 1942 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de México. El 8 de abril de 1943 ingresó como miembro fundador al Colegio Nacional de su país y en 1949 recibió el Premio Nacional de Artes y Ciencias.

Falleció en la Ciudad de México el 1 de marzo de 1952 y fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.


Algunas obras de Mariano Azuela 

Pedro Moreno, el insurgente (1933-34) 
Madero (sin fecha) 
Novela:

María Luisa (1907). 
Los fracasados (1908). 
Los triunfadores ( 1909). 
Mala yerba (1909). 
La rueda del aire (1908). 
Andrés Pérez, maderista (1911). 
Los de abajo (1915) Edición crítica parcial. 
Los caciques (1917) 
Las moscas (1918) 
Las tribulaciones de una familia decente (1918) 
La malhora (1923). 
El desquite (1925). 
La luciérnaga (1932). 
Sendas perdidas (1949). 
La maldición (1955, póstuma). 
Esa sangre (1956, póstuma). 


Ensayo:
Cien años de novela mexicana (1947).


Obra, Los de abajo


Con esta novela, presentada en una oscura y olvidada edición en el Paso, Texas, Azuela instaura las bases de una literatura armada que traza las guerras internas de un país aún – a pesar de tantos años – en consolidación. Entre las características principales podemos encontrar:


-Voces colectivas: el pueblo ante la guerra.
-Comprensión profunda, y fugaz, de lo mexicano.
-Un heroísmo fatal, patético.
-Carencia ideológica.

-Denuncia social.


El argumento

 El argumento se desarrolla alrededor de Demetrio Macías y las acciones narrativas siguen su desplazamiento desde el cañón de Juchipila, su ascenso en la escala revolucionaria, su regreso y su muerte, acaecida en el mismo lugar de la partida, en una sucesión cronológica de dos años.

           El cuerpo de la novela es geométricamente circular. El argumento oculta la desilusión ante la lucha de facciones que algunos personajes, como Macías o Solís, se encargan de definir en sus diálogos. El narrador acompaña a los perso­najes, pero se abstiene de formular comentarios. Son éstos los que juzgan lo ver­dadero y lo falso de la Revolución como fruto de la experiencia personal. Este desarrollo argumental es nítido y se basa en la economía de lo relatado.

             Uno de los grandes méritos de Los de abajo, que la sitúa como la mejor y más perdurable novela de la Revolución, consiste, precisamente, en dar al lector sólo cuadros de situaciones indispensables para completar el diseño de lo que se quiere contar.

La organización

La organización en partes (tres partes); en capítulos (vein­tiuno en la primera parte; catorce en la segunda, y siete en la tercera) y en cua­dros que componen el libro, como piezas fotográficas,' responde a una yuxtapo­sición de enlaces ejecutados con medios sutiles en un orden temporal fragmentado.

                El tiempo sirve de unidad en la sucesión cronológica (noche, amanecer, pleno día, atardecer), pero la trama, es decir, la relación de un acontecimiento con otro, no está sujeta solamente a esa sucesión temporal. A veces, el autor apela a otros recursos técnicos para lograr la unidad: por ejemplo, la inserción de nuevos moti­vos, hechos o personajes.

Personajes importantes

Dos personajes se constituyen en la novela en una doble imagen de la Revolu­ción: Demetrio Macías, el rebelde perseguido que merced a su genio instintivo se hace caudillo y triunfa con los de abajo, y Luis Cervantes, el falso intelectual que se confunde con los de abajo para obtener provechos materiales sin arriesgar su vida. Éste es un seudo-revolucionario que se desdibuja ante la fortaleza moral y el idealismo de los que luchan detrás de una revolución y que en determinado momento de la novela se aleja de los bandos en lucha con el fruto de sus robos.

               Demetrio Macías, en cambio, es el hombre valiente arrastrado por los vaive­nes de una política de grupos que muchas veces no entiende o no lo satisface. Su camino, como el héroe de epopeya, responde a un sino trágico e irreparable. Al final del viaje circular del personaje, éste se vuelve a encontrar con su mujer que quiere retenerlo. El diálogo sintetiza la imagen de ese destino fatalista:


"— ¿Por qué pelean ya, Demetrio?

Demetrio, las cejas muy juntas, toma distraído una piedrecilla y la arroja al fondo del cañón. Se mantiene pensativo viendo el desfiladero y dice: Mira esa piedra cómo ya no se para..."


Al lado de ellos está el pueblo, encarnado en otros hombres: Solís, que trata de interpretar los hechos de la Revolución y de encontrar significados que estén más allá de la realidad cotidiana; Valderrama, el loco, el que canta "El enterrador" y, en vez de atender la pelea, monologa confundido con los cerros, con las casas grises, con el "cielo inconmensurable". Los demás -Venancio, Anastasio, la Co­dorniz- son como imágenes menores del caudillo, a quien siguen hasta la muerte. Todos los personajes forman parte de un fresco de ambiguas personalidades po­pulares dentro de la confusión de los acontecimientos en los que están envueltos, junto con las mujeres, que esperan o acompañan a sus hombres en el éxodo o en las batallas.

Por esto y más. Les dejamos un excelente ensayo a la mano.

Por: Alejandro Jáuregui Zúñiga

sábado, 25 de mayo de 2013

Martín Luis Gúzman

MARTÍN LUIS GUZMÁN 

"El arte ha de ser, ante todo, un halago a los sentidos"



Biografía

Nace en la ciudad de Chihuahua en 1887 el 6 de octubre. Su infancia y parte de su juventud transcurre en el poblado Tacubaya y en el puerto de Veracruz. Una vez llegado a la Ciudad de México, comienza sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, donde inicia una tradición humanística de manera paradójica – siendo ésta una especialista en matemáticas y álgebra –.  Escritor y político, desempeñó varios puestos en instituciones gubernamentales a lo largo de su vida. 
Muere en el año de 1976. 

Obra general 

Guzmán ha sido considerado como uno de los escritores de “No-ficción” más destacados en la historia de las letras mexicanas, demostrando un alto interés histórico como temática recurrente dentro de su creación literaria. Entre sus libros más conocidos está El águila y la serpiente  (1897)  y La sombra del caudillo (1929), Muertes Históricas (1958), muestras de una prosa depurada y precisa. Es, principalmente, un escritor político que llena su prosa de una atinada elegancia, como lo hizo también José Vasconcelos, aunque refleja un México lleno de tragedia y de guerra y, aunado a esto, carente de una ideología precisa que lo moviera a mejorar su situación. 

Obra 
  • A orillas del Hudson (1920)
  • El águila y la serpiente (1928)
  • La sombra del caudillo (1929)
  • Aventuras democráticas (1931)
  • Mina al mozo: Héroe de Navarra (1932)
  • Filadelfia: Paraíso de conspiradores (1933)
  • Kinchil (1946)
  • Memorias de Pancho Villa (1951)
  • Apunte sobre una personalidad (discurso de ingreso a la Academia Mexicana, 1954)
  • Muertes Históricas (1958)
  • Islas Marías, novela y drama (1959)
  • Pábulo para la historia (1961)
  • Necesidad de cumplir las Leyes de Reforma (1963)
  • Febrero de 1913 (1963)
  • Crónica de mi destierro (1964)

    

Características

En todos esos volúmenes destaca un profundo conocimiento del lenguaje de México y un singular talento para entregar al lector personajes vivos, enriquecidos con puntos de vista personales y reflexiones profundas sobre su condición histórica. 

Los rasgos que distinguen al Martín Luis Guzmán adulto están ya implícitos en el Martín Luis Guzmán adolescente. La atmósfera y la enseñanza liberales de la preparatoria se transformarán, corriendo los años, en el sistema nervioso de su pensamiento y sus actos. Asimismo, la Preparatoria fijó las bases de su estilo: el culto por la palabra precisa, el apego al raciocinio sistemático, el placer de mezclar las voces cual si fuesen dóciles guarismos, la intención geométrica de agrupar los incidentes de la anécdota como si fueran caras que concurren a dar forma a un cuerpo. Estas cualidades apartan a Guzmán de la línea abigarrada, expresiva y mental, de nuestras letras. (En un prosista, el estilo debe ser conducción e inducción de hechos e ideas; si esto no ocurre se convierte en retórica.) Alguien dijo que el arte literario es, en cierto modo, el arte de la puntuación; de puntuar, activándolos, el ritmo y el asunto. Guzmán puntúa con igual habilidad la fiereza de Villa y la lucidez irónica de Obregón, la terquedad pueblerina de Carranza que el fervor iluso de Mina, el ritmo presuroso de La sombra del caudillo que el lentísimo ritmo de las Memorias de Pancho Villa, el ritmo de la estampa que el de la novela, el de la biografía que el de la historia.

Martín Luis Guzmán conversa con sabia naturalidad. Las palabras salen de su boca austeras e inteligentes. Por su duración, los silencios se identifican con los distintos signos ortográficos: la coma, el punto y coma, el punto y aparte. Al hablar, distingue los vocablos mediante el uso de las redondas y las bastardillas. En él todo es malicia, premeditación, cultura. En su mundo se halla abolido el azar: omite y emite juicios según las normas de su conveniencia.

Comentarios

La narración en primera persona aporta en este texto una de las características de la novela de la revolución: tenemos a personajes inmersos en este mundo atormentado por los movimientos rebeldes y, además, existían leyendas, como es recurrente, de figuras que dejaron una tangible huella en la memoria colectiva del mexicano de la época. Uno de éstos fue el general Rodolfo Fierro, que es manejado con los aires de un verdadero héroe sanguinario, representante de la revolución gracias a su gallarda pero fría personalidad. Guzmán hace un cuadro bastante verosímil dentro de su inverosimilitud, situándonos en un capítulo histórico que todo tiene de fantástico: la matanza de 300 soldados por la mano del mismo Fierro. La narración de este suceso es sobria y transcurre sin problemática, sin intereses por exponer un punto de vista autoritario, acaso con intenciones de moralidad confabuladas con lo maravilloso del relato. 

Extras
Luis Guzmán también fue un fanático del cine y escribió dos guiones: Islas Marías (también conocida como La tumba del Pacífico) aunque nunca fue filmada. Por otra parte, su novela La sombra del Caudillo se convirtió en un largometraje en 1960. Este film conoció durante mucho tiempo .la censura gracias al contenido político.

viernes, 24 de mayo de 2013

Ramón López Velarde

Ramón López Velarde


RAMÓN LÓPEZ VELARDE
"La más trivial de tus acciones es pasto para mí, como la miga es la felicidad de los gorriones"


Biografía
Nació el 15 de junio de 1888 en Jerez, Zacatecas, un pueblo de provincia. Estudió en el Seminario Conciliar de Zacatecas entre los doce y catorce años. En 1908 ingresó como estudiante de jurisprudencia a la facultad de San Luis Potosí. Conoció a Francisco I. Madero en 1910, se unió a su causa y colaboró en la formulación del Plan de San Luis pero no participó activamente en la Revolución. Sus dos grandes amores fueron Margarita Quijano y Josefa de los Ríos, además fue conocido por tener estrecho gusto por las prostitutas. Su ideología iba contra el matrimonio y la paternidad. Murió el 19 de junio de 1921 a causa de una neumonía.

Obra general y características
Publicó La sangre devota,  su primer libro, en 1916 y un año después apareció Zozobra. En 1923, dos años tras su muerte, sus amigos formaron un tomo con algunas de sus prosas: El minutero.  Lo que dejó de producción literaria es muy preciada, vale más que si hubiese sido más extensa. Charles Baudelaire y Amado Nervo fueron sus principales influencias. Es considerado un poeta obsesivo. Su temática es contundente, abarca desde la muerte hasta la mujer, la provincia y el amor.

Obra
Suave Patria es un canto netamente mexicano, que podría evocarnos la fuerza de la literatura clásica griega, pero llenando todo de una mexicanidad inherente. En sus temáticas podemos observar:
- Religión .
- Sensación de Lluvia queda.
- Posturas Vs. Paternidad.
- Posturas vs. Matrimonio.
- Patrias: afrancesadas, afeminadas (mujer), idílica, tropical, (pasado prehispánico).


Características

La peculiar estética del autor asomó ya en La sangre devota (1916), un volumen de poesía amorosa dedicado a su musa, llamada en la obra Fuensanta y en la vida real Josefa de los Ríos. A este volumen inaugural siguió Zozobra (1919), en el que analiza las "flores del pecado" sembradas durante su relación con Margarita Quijano, y un último libro de poemas aparecido póstumamente: El son del corazón (1932).

En todos ellos se percibe un acendrado catolicismo que tiene como contrapeso la pasión amorosa. Así resaltó esa ambigüedad el chileno Pablo Neruda: "viene también el líquido erotismo de su poesía que circula en toda su obra como soterrado, envuelto por el largo verano, por la castidad dirigida al pecado". De modo semejante se expresó el mexicano Xavier Villaurrutia, para quien la poesía de López Velarde es "la más intensa, la más atrevida tentativa de revelar el alma oculta de un hombre; de poner a flote las más sumergidas e inasequibles angustias; de expresar los más vivos tormentos y las recónditas zozobras del espíritu ante las llamadas del erotismo, de la religiosidad y de la muerte."

A pesar de su breve vida y su breve obra, la importancia de López Velarde y la influencia que ha ejercido en la poesía americana moderna son indiscutibles. En su poesía se señaló y exaltó un acento peculiar que refleja el "alma nacional" de su país. Algunos, como Pedro Henríquez Ureña, llaman a esta cualidad mexicana "el sentimiento discreto"; y Díez-Canedo añade otros calificativos: "el tono velado, el color crepuscular". Si se toma como ejemplo la más famosa poesía de López Velarde,Suave patria, fácilmente se notarán esas características en sus melancólicas y aterciopeladas estrofas. Sin embargo, López Velarde no es tanto nacional como provincial; no pretende tal vez expresar tanto el alma entera de México sino ciertos aspectos de su fondo salvaje, y al mismo tiempo dulce, propios de su vida cotidiana. "López Velarde (dice el historiador G. González Peña) comenzó a aportar a la poesía el tema regional, la nota provincial. Llevó a ella la sensación de olor y calor, el ritmo austero y el lamento en sordina, el sentimiento de piedad y la gracia y la melancolía de los terruños naturales".

Desde el punto de vista técnico hay en López Velarde no tanto novedad de adjetivación como un giro imprevisto de la frase, y el descubrimiento de raras disonancias, de colores rudos y, con todo, armoniosos. Ocasionalmente se advierten en su obra elementos postrománticos o modernistas, aunque fue uno de los primeros autores de su tiempo que se rebelaron contra el tono afectado y el esteticismo de este último movimiento. En opinión de la crítica, sus excesos fueron resultado de la permanente búsqueda de una voz propia y original; su verdadera importancia reside en el sabio tratamiento del paisaje, el planteamiento del contraste radical que existe entre el campo y la ciudad, y la lucha entre los anhelos estéticos y religiosos, por un lado, y la sensualidad pagana por otro.

Comentarios

Suave Patria es el poema más conocido de López Velarde. Se le considera su obra magna. En él, México es una patria de tono afrancesado y es vista como a una mujer, como una deidad. Existe también un nacionalismo exacerbado: engalana a la nación de bondades, donde se hace una revaloración del pasado, ya que López Velarde exalta con gran profundidad a las civilizaciones prehispánicas mexicanas: ellos son los “originales”, ellos son los “verdaderos” mexicanos a quienes debemos honrar. Dentro de la estilística, incluye en ella un tono neoclasicista, idílico, bucólico y tropical. 

Pero aquí les dejamos el video de Y pensar que pudimos.




Suave Patria en pdf. Suave Patría

jueves, 23 de mayo de 2013

Alfonso Reyes "El regiomontano universal"

Nombre del personaje: Alfonso Reyes Ochoa
Fecha de nacimiento: 17 de mayo de 1889
Fecha de fallecimiento: 27 de diciembre de 1959
Origen: Monterrey, Nuevo León
Actividad: 
 Poetaensayistanarradordiplomático y pensador mexicano. Se le conoce también como «el regiomontano universal».

Época: Contemporánea
El literato Alfonso Reyes Ochoa era hijo del General Bernardo Reyes que fue Gobernador de esta Ciudad, en aquella época, y de doña Aurelia Ochoa de Reyes. Nació en Monterrey Nuevo León, llamada también ésta Ciudad como la Sultana del Norte, el 17 de Mayo de 1889.

      Sus estudios los inició en las escuelas particulares de Monterrey, la de Melchonita Garza y la de Manuelita Sada de Treviño, sus estudios primarios los continuó en el moderno Instituto de Varones de Jesús Loreto y el Colegio Bolívar.  Después cursó la carrera de abogado en la Universidad Autónoma de México en la cual obtiene su título profesional el 16 de Julio de 1913.
Contrajo nupcias con doña Manuela M. de Reyes y con ella tuvo su primer y único hijo el 15 de Noviembre de 1912.







Alfonso Reyes viajó a España a mediados de 1913, ese mismo año había fallecido su padre el 9 de febrero, tiempo después muere su madre, el 6 de diciembre de 1934. El presidente de ese tiempo, el señor Huerta, le propone un cargo en París de Secretario Particular, el cual aceptó haciéndose llamar "Primer Secretario de la Delegación de México en París". Alfonso Reyes se ve obligado a salir del país por causa de la guerra que se efectuaba ahí en 1914.
         Se trasladó a Madrid, España donde permanecería de ese año hasta 1924. Allí en España serviría en diversos cargos diplomáticos entre México y España. En Madrid trabajó como Filólogo, (Filología: Estudio de una lengua basándose en los textos y documentos que nos la dan a conocer. ) en el Centro de Estudios Históricos de Madrid.Después de cumplir cargos de Ministro Plenipotenciario en París de 1914 a 1927 viajo a Argentina y Brasil donde cumplió funciones de embajador de México en las ciudades de Buenos Aires y en Río de Janeiro, respectivamente.
         A principios de 1939 regresó a México definitivamente. En 1955 al cumplir sus 55 años de carrera literaria se le dieron grandes e importantes homenajes y después de estos se empezaron a publicar sus obras por completo.

Su obra

Gracias a su talento y preparación, nuestro célebre escritor, destaca tanto en el campo de las letras, pues se le conocen un sinnúmero de obras artísticas y literarias.


Poesía        


  • Huellas (1922)
  • Pausa (1926)
  • Cinco casi sonetos (1931)
  • Sol de Monterrey (1932)
  • Romances del Río de enero (1933)
  • A la memoria de Ricardo Guiralde (1934)
  • Golfo de México (1934)
  • Yerbas del tarahumara (1934)
  • Minuta. Juego Poético (1935)
  • Infancia (1935)
  • Otra voz (1936)
  • Cantata en la tumba de Federico García Lorca (1937)
  • La Iliada de Homero. Primera parte: Aquiles agraviado. Traslado de Alfonso Reyes (1951)
  • Obra poética (1952)
  • Nueve romances sordos (1954)
  • Bernardo Mandeville. El panal rumoroso o la redención de los bribones. Paráfrasis libre de Alfonso Reyes (1957)
  • Cuatro poemas en torno a Monterrey (1957)


Crítica, ensayos y memorias 


  • Composiciones presentadas en los exámenes de primero y segundo curso de literatura, en la Escuela Nacional Preparatoria, por el alumno... (1907)
  • Los "poemas rústicos" de Manuel José Othón. Conferencias en el Ateneo de la Juventud (1910)
  • Cuestiones estéticas, (1911)
  • El paisaje en la poesía mexicana del siglo XVI (1911)
  • El suicida. Libro de ensayos, (1917)
  • Visión de Anáhuac (1519) (1917)
  • Cartones de Madrid (1914-1917) (1917)
  • Retratos reales e imaginarios (1920)
  • Simpatías y diferencias:
Primera serie: Páginas del jueves (1921)
Segunda serie: I Crítica/II Historia menor (1921)
Tercera serie: I Simpatías/II El cisne (1922)
  • El cazador. Ensayos y divagaciones (1921)
  • L'evolution du Mexique (1923)
  • Calendario (1924)
  • Simples remarques sur le Mexique (1926)
  • Reloj de sol. Quinta serie de "Simpatías y diferencias" (1926)
  • Cuestiones gongorinas (1927)
  • Fuga de Navidad (1929)
  • La saeta (1931)
  • Discurso por Virgilio (1931)
  • La idea política de Goethe (1937)
  • Las vísperas de España (1937)
  • Aquellos días (1937)
  • Mallarmé entre nosotros (1938)
  • Capítulos de literatura española:
Primera serie (1939)
Segunda serie (1945)

Narrativa 


  • El plano oblicuo. Cuentos y diálogos (1920)
  • El testimonio de Juan Peña (1930)
  • La casa del grillo (1945)
  • Verdad y mentira (1950)
  • Árbol de pólvora (1953)
  • Quince presencias (1955)
  • Los tres tesoros (1955)

Condecoraciones/Títulos

  • Obtuvo la gran cruz de España de la orden de Isabel la Católica. Comendador de la región de Honor de Francia 1927.
  • Obtuvo en Brasil la gran Cruz de la orden "Cruzeiro dos uno".
  • En Cuba 1944 obtiene la medalla de "Enrique José Varrana" de la Asociación Bibliográfica Cultural de Cuba.
  • Aparte obtiene en Colombia la gran Cruz de la orden Boyocá en 1945.
  • En el año 1945 obtiene otras dos condecoraciones las cuáles fueron la Gran Cruz de Vasco Nuñez de Valgora en Panamá y la Medalla de Honor de la Facultad de Filosofía y Letras de México.
  •  Fue miembro fundador en 1909 del extinto Ateneo de la Juventud y de su Universidad Popular 1912.
  • Fue delegado, secretario y comisionado de algunos países importantes como Brasil, Argentina, Francia y España.
  • Aparte fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española desde 1918 hasta 1939 y de la Hispano-Americano de Las Ciencias y Las Artes de Madrid, en 1920.
  • Fue miembro del Club Internacional de Escritores (Pen), del Centro Mexicano, desde 1923 y Delegado en el Congreso Pen Clubes de París, en 1925; así como también Delegado de México en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de París, 1927.
  • Fue Miembro Honorario del Ateneo de Ciencias y Artes de México en 1927.


Características de su obra y pluma


1. Variedad de géneros. Es la que más salta a la vista. Lírica, cuentos, novela corta, ensayos, artículos, notas, filosofía de la literatura, y aun filosofía a secas. ­De los seis grandes géneros en que dividían la poesía y la prosa, la Poética y la Retórica de otros días, épica, lírica, dramática, oratoria, historia y didáctica, no falta del todo ninguno, teniendo en cuenta que en la épica entraron la novela y el cuento; aunque falte el sustitutivo moderno de la epopeya, la novela larga, y se reduzcan la dramática al poema de Ifigenia, la oratoria a la académica, la historia no   literaria a la nombrada o poco más.


2. Indiferenciación genérica. Al recorrer la variedad de géneros, se tropieza con obras de género inclasificable, indefinible.


3. Variedad de temas. Escribir en tantas formas  parece lo propio de quien escribe  de muchas cosas o es literal polígrafo. Si se hiciera el inventario de los temas de la obra de Reyes, no sólo de los propiamente tales, los dominantes en cada obra mayor o menor, sino también de los secundarios digresivos, incidentales, preferentemente en las obras menores, las más de redacción más libre que la de las mayores, compuestas con disciplina más rigurosa, puede preverse que abarcarían todo lo habido y por haber, por lo que se entiende  lo futuro y lo ideal.


4. Lectura, saber, erudición. Las características anteriores podrían agruparse bajo el concepto de versatilidad, borrando el tinte peyorativo que suele ponerse en él, no sin razón en los más de los casos a que se aplica. Para reconocer sus fuentes, agotadas únicamente con la muerte, que las sorprendió manando todavía en una fecundidad de inventiva, fertilidad de ocurrencias, facundia de  expresión, si expansión de nativos talentos, nutridas crecientemente por una versación en todas las cosas humanas­ y divinas, adquirida en la experiencia de la vida, también de hombre de mundo, y en una lectura inmensa. 


5. Reactividad y espontaneidad. La caracterizada versatilidad, al serlo en la proporción en que es sobre la versación también caracterizada, cataloga a Reyes entre los autores para quienes es válida, si con sus más o sus menos, en todo caso predominante, la fórmula acuñada por Lanson para el genio de Diderot: "espontaneidad escasa, reacciones prodigiosas".


6. Originación, originalidad. Tal reactividad no es, sin embargo, puramente personal, aunque radicalmente sea personal. Su obra es de origen, en cierto sentido, "generacional". Reyes es figura de unas generaciones intelectuales entre cuyos miembros es típico el caso de conjugación de saber, magisterio y creación literaria, preferente, principalmente lírica, que es el de Reyes: pueden bastar en prueba los nombres, nada únicos, de compañeros y amigos suyos como Salinas y Guillen, tan sumos poetas y tan buenos profesores de literatura; de Dámaso Alonso, también alto poeta y buen profesor, y cultivador de primer rango de la ciencia de la literatura, mal que le pese;  de Borges, tanto docto y escritor singularmente admirado por Reyes entre de los de nuestra lengua y nuestros días.


7. Castigo de la forma. Para decirlo con expresión suya y que le gustaba repetir. Todo, bien escrito, lo mejor posible. No desde la mayor a la menor, sino más bien a la inversa. Mucho más difícil que escribir perfectamente  una poesía, un cuento, un artículo, escribir un Deslinde en forma como la que le hacía a Reyes repetir alguna que otra vez de Ortega, dando expresión a su admiración por éste en el punto: "un escritor al que no se le fatiga el estilo". Así fue mientras no escribió más ensayos, "folletones", conferencias. Cuanto escribió hasta la mitad, no más, La idea de principio en Leibnitz, lo hizo en un estilo desde un principio infatigable en el sentido de la frase de  Reyes: un estilo sólo en pasajes o frases sueltas "orteguiano".




Por Alejandro Jáuregui

Bibliografía básica

Página oficial del escritor, www.alfonsoreyes.org

Moreno, Hugo. “El humanismo de Alfonso Reyes, hoy”. Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, 9[18], (Jan-Mar 2003), pp. 14-24.

Robb, James Willis. El estilo de Alfonso Reyes (Imagen y estructura). Segunda edición. México: Fondo de Cultura Económica, 1978.